viernes, 6 de abril de 2012

TODO VA LLEGANDO


Desde muy chico me atrajeron las motos, en aquel entonces no había motos de cross, enduro, trail, pista, touring, etc. las motos eran motos, a lo sumo se diferenciaban de las motonetas. Mi viejo tuvo motoneta y moto, mi tía las manejaba también, en el barrio había varias, en fin, pueden ser muchos los motivos que me acercaron a la moto. La más destacable era una moto, de las llamadas grandes en esa época, una Norton 500 cc. que tenía un vecino en el barrio en el cual viví desde los 12 hasta los 18 años aproximadamente. Con mis amigos cuando sabíamos que llegaba íbamos a verla sentados sobre el cordón de la calle en el frente de este vecino. Era increíble escucharla al llegar hasta que la guardaba. También había una Harley-Davidson en la zona, pero eso ya era otra cosa. Con mis amigos decíamos: "¿Algún día seremos millonarios como para tener una moto así?". Claro desde el lugar de pibe de barrio humilde, creíamos que había que ser millonario para acceder. Con los años nos fuimos informando y escuchando como más agradable el sonido de la Harley-Davidson; las películas de aventureros en motos por las rutas de E.E.U.U. fueron acrecentando mis deseos y el sueño de alguna vez tener una Harley-Davidson. Obviamente, mientras ese sueño crecía pasaron por mi una Siambretta 125cc, dos o tres Zanellas, luego llegaron las japonesas que ya eran otra cosa y a la vez aparecían las distintas alternativas, moto de calle, cross, enduro, luego las de pista; así que pasando por algunas de ellas y disfrutando del confort, la velocidad o la versatilidad de algunas, mi gusto por las motos me acompañó durante toda la vida, pero a su vez sostenía el sueño del pibe de alguna vez tener una Harley-Davidson. Y llegó el momento a mis 50 años, muchas veces resignado por razones económicas, otras por querer hacer viajes, los cuales sería imposibles de realizar en una Harley, entonces me derivaban a otros estilos, pero como dije el momento llegó y la Harley-Davidson también. En abril del 2011 me subí por primera vez a mi Harley-Davidson, Una Nightster 1200, 0 km. Fue un momento increíble, un momento en el cual me acordé de todos esos momentos de mi niñez en los cuales creía que no iba a ser posible para alguien de condición humilde economicamente hablando; momento en el que compartía con mi amigos, solo el poder verla. Recordé de la cara de cada uno de ellos, obviamente mientras escuchaba el motor de mi Harley, aparecieron las primeras lágrimas y en mi interior la imagen de mis amigos mirándome y compartiendo conmigo la alegría y la moto. En la vida ya no veo a ninguno de ellos, pero siguen estando cada vez que un chico se acerca a mi moto para sacar alguna foto con su celular o simplemente mirarla, a quienes por supuesto invito a que se suban y puedan sentir lo que no nos dejaba sentir aquel vecino a mis amigos y a mi, cosa que le agradezco, porque quizá desde esa actitud es que yo hoy actúo distinto con los chicos a quienes les gusta la moto. No se si a mis amigos de la infancia le siguen gustando las motos, no se si se acuerdan como yo de aquellos sueños, no se si tienen la suya, pero a ellos, a quienes eran en la infancia, les dedico estas fotos. Aquí está, desde su llegada al país, la morocha que me apasiona hoy y desde hace 40 años.